El éxito radica principalmente en que cuerpo y mente trabajen conjuntamente.

La capacidad es el único criterio para avanzar, no la edad.

Lo que te hace ser un buen bailarín es ser tú mismo.


La edad mínima para matricularse en nuestra escuela son los 3 años. Desde esta edad y hasta los 8 años intentamos que nuestros pequeños bailarines asocien la danza con una actividad divertida y emocionante, permitiendo que vayan adquiriendo sus destrezas motoras a su propio ritmo, dándoles libertad de movimientos, donde cada niño pueda expresar su personalidad.

 

Los estimulamos y motivamos con diferentes movimientos a través de los cuales van conociendo todo lo que pueden hacer con su cuerpo, y que al fin y al cabo son toda la base de la danza: andar, arrastrase, alzarse, arrancar, alargar, acariciar, balancearse, brincar, caer, correr, crisparse, deslizarse, descansar, empujar, encogerse, estirarse, flotar, frotar, girar, golpear, hundir, rebotar, rodar, rozar, saltar, sacudirse, temblar, tirar, tocar, torcerse, traspasar…

 

A partir de los 8-9 años los niños pueden decidir continuar las clases como bailarines aficionados o bien comenzar el programa de estudios reglado por la escuela.

Fruto de tantos años de formación, consideramos que un niño debería empezar a trabajar la técnica a partir de esta edad (8-9 años) ya que es cuando empieza a tener la capacidad tanto física como psíquica como para afrontar un programa de estudios.

 

Nuestros profesores motivan a todos sus alumnos hacia su máxima capacidad como bailarines e intentamos que todos ellos combinen una docencia activa y analítica.

 

Activa: enseñando principalmente con el ejemplo, con lo que los alumnos puedan aprender observando y haciendo, por imitación, ensayo y error, tienen que practicar confiando en sus propios instintos.

 

Analítica: analizan y explican, le dan al alumno las suficientes explicaciones para la ejecución sin que tengan que observar ni imitar al profesor, con lo que a la larga, éstos alumnos puedan percibir y corregir sus propios errores.

 

Pretendemos que cada bailarín sea único, de la misma manera que cada persona tiene unos rasgos diferentes, un tono de voz diferente o una caligrafía diferente, queremos que cada uno desarrolle su estilo en base a su físico y personalidad.